- Madre mía, no sé ni por dónde empezar.Puedo empezar diciendo que tras ver una película documental en Netflix titulada “La inspiración más profunda” acabé en lágrimas.
Te pongo en antecedentes personales lacrimógenos solo para decirte que algo tuvo que tocarme en lo más profundo.
Y así fue.
Hay un mensaje generalizado en casi cualquier formación, vídeo o texto que tenga que ver con el éxito personal o el desarrollo personal.
Un mensaje que desde mi punto de vista puede hacer mucho daño si no tienes el desarrollo personal suficiente.
El mensaje es el siguiente: “tienes que tener un objetivo, un propósito, una visión, una meta clara en la vida por la que luchar”.
Ok, ¿y qué pasa con aquellos que no la tenemos?
¿Con todos aquellos que nos pasamos gran parte de nuestros días cuestionándonos a nosotros mismos por no tenerla o no haberla descubierto?
¿Pero no tienes alguna pasión, pensará alguno?
Sí, claro, como todo el mundo, pero no vivo esa pasión como mi meta en la vida.
¿No tienes algún don natural, algo que hagas mejor que la media, algo en lo que destaques?
Sí, amo reír , también creo que tengo un gran don para comunicar, para escribir, en general para las artes y la creatividad, pero nada de eso me ha llevado a tener una meta clara que perseguir en mi vida.
Cada vez que oigo a alguien que dice, a los 13 años tuve claro qué quería ser de mayor; o la primera vez que entré en una cocina supe que sería chef; o la primera vez que tuve una guitarra en las manos supe a que me dedicaría el resto de mi vida…
Puede que sea lo que más envidia me dé en este mundo.
Desearía tanto haber sabido en qué enfocarme durante toda mi vida. Tener tan claro aquello que quería hacer que no hubiese espacio para la duda o la distracción.
Simplemente perseguirlo cada día hasta lograrlo. Si alguien ha visto el también documental de Netflix sobre la biografía de Arnold Schwarzenegger sabrá de qué hablo.
Sé que han trabajado durísimo hasta conseguirlo, pero… joder hasta me parecería sencillo.
Es como tener un mapa que solo tienes que seguir para llegar al tesoro. O una receta para crear un gran plato.
Por supuesto has de insistir, ser constante y trabajar en esa dirección hasta lograrlo.
No le quito ningún mérito, insistir, ser constante, tener un objetivo ya te diferencia del 99% de emprendedores, pero coño, al final sabes que, si luchas por ello, la recompensa estará al final del camino.
¿Pero qué hay de aquellos que nunca han tenido esa llamada, esa señal, esa emoción inequívoca del camino a seguir?
¿Sabéis porqué lloré con el documental “La inspiración más profunda”?
Porque sin entrar a espoilear nada de la trama os diré que uno de los protagonistas se pasó la vida buscando cuál era esa llamada. No diré si finalmente logró encontrarla o no, sino lo perdido y desdichado que se sentía en el proceso.
Me identifiqué con él y con su búsqueda incesante. Empaticé con esa sensación de vacío, de no saber hacia dónde vas.
Con sus dudas y reproches. Con esa idea de que si no tienes ese para qué claro en la vida, tu vida no vale nada, no tiene sentido.
Uff… eso me tocó profundamente.
Hoy sé que mi “para qué” es precisamente el camino. La búsqueda.
Simplemente entregar lo mejor de mí mismo. Encontrar mi mejor versión. Los budistas lo llaman alcanzar la iluminación.
Avanzar en el camino y el proceso de iluminación aprendiendo cada día de todo y de todos.
Encontrar las respuestas y la luz en el único lugar posible.
En mi interior.
Quizás no supiera qué es lo que quería ser cuando tenía 8 años. Que no lo sepa hoy con 48 años.
O quizás, parte de mi propósito sea decirles a otros que, como yo, aún no lo tienen claro o nunca lleguen a tenerlo claro, que el valor de su vida es totalmente independiente de eso.
Que el éxito en tu vida no puedes medirlo en función de si has determinado tu propósito, aunque sea algo que nos repiten una y otra vez.
Puede que lo descubras o no. Pero, lo que sí debes empezar a cuestionarte es si eres feliz con la persona que eres, no con la persona que hace.
Viendo el final del documental del bueno de Arnold te aseguro que llegar a cumplir todas las metas de tu vida no te garantiza en absoluto ser feliz o sentirte pleno.
Para nada.
Y llegar al final de tu vida para darte cuenta de eso no debe ser nada agradable.
Así que, he de agradecer a la vida no haberme dado el regalo de la claridad y la certidumbre para darme cuenta de que la felicidad y plenitud está en otro sitio.
A mí al menos me ha ayudado.
Y quizás pueda hacer lo mismo por ti.